Estímulos para la creación



Las mejores sesiones de lluvia de ideas se dan cuando todos en la habitación se sienten cómodos para descargar todas sus ideas, sin importar si son las mejores o no. El ser humano puede volar. El ser humano puede respirar debajo del agua. El ser humano y la máquina se pueden fusionar. Si no nos atrevemos a imaginar el problema ya resuelto, sin necesidad de tener que demostrarlo, estaremos cerrando el camino a muchas de sus posibles soluciones.


Cambiar la formulación de los problemas:
Si tratamos de diseñar un traje, por ejemplo, no pensemos en un traje convencional. Afrontar los problemas sin ideas preconcebidas.

Pensar en positivo:
Pensar en mejorar ya es un paso hacia la mejora misma, una buena predisposición mental hacia las posibles soluciones. Plantear los problemas desde un ángulo positivo facilita a veces las cosas. Por ejemplo, si se trata de encontrar soluciones al problema del tráfico, será conveniente ponerse como objetivo mejorar la circulación de los vehículos en vez de tratar de evitar los atascos. Puede parecer la misma cosa, pero son dos formas bien distintas de canalizar el pensamiento creativo.

Cuestionarlo todo:
Huyendo de las experiencias que limita nuestra imaginación, sin dar nada por sabido ni experimentado.

Convertir en imágenes los pensamientos:
Los mensajes del inconsciente son efímeros. Pasan por nuestro pensamiento a velocidades de vértigo, y si nos pillan desprevenidos podemos perderlos para siempre. Pero son muy importantes, yo diría que imprescindibles, para alimentar nuestra creatividad; por eso hay que cazarlos al vuelo y dejarlos amarrados a una hoja de papel, para que podamos examinarlos después con calma, convirtiéndolos en productivas ideas.

Generar ideas sin límites:
Se desconocen los límites de la imaginación. En cambio, la realidad dispone de cantidad de recursos, artísticos y de expresión, históricos como el teatro o la pintura, o contemporáneos como el diseño gráfico, el vídeo o las herramientas digitales, cuando nos pongamos a generar ideas, es necesario suprimir todas las barreras que puedan impedir que éstas fluyan con agilidad. Hemos de estar abiertos a cualquier pensamiento que nos llegue a la mente, por absurdo que pueda parecernos. Apuntemos todas las ideas que nos vayan surgiendo, sin pararnos a juzgarlas ni criticarlas. Dejemos que unas ideas nos llevan a las otras, combinandolas entre sí y desarrollándose sin limitaciones.

Más adelante, en otro momento, dejando pasar quizá un par de días, nos centraremos en examinarlas una a una, juzgando racionalmente sus pros y sus contras. Ya no será el momento de la creación, sino el momento del análisis. Pero este análisis lo llevaremos a cabo a partir de un valiosísimo material creativo, el de nuestras ideas vírgenes y abundantes.

Realizar conexiones al azar:
No podemos desperdiciar nada de lo que nos ofrece nuestro pensamiento, que es un pozo sin fondo de ideas y estímulos enriquecedores. Y para aprovecharlo todo, para llegar hasta los confines de ese gran archivo que es nuestro cerebro, necesitamos dar saltos continuos por encima de nuestro razonamiento lógico.

Explorar los ángulos:
Es ver las cosas o situaciones de otro punto de vista porque a veces, a la hora de proyectar cualquier idea, nos centramos en desarrollarla sólo en función de algunas de sus variables sensoriales, sin tener en cuenta que para gozar en plenitud de las cosas debemos hacerlo con todos nuestros sentidos.

Dar la vuelta al calcetín:
Sin duda alguna es un ejercicio de creatividad lleno de sorpresas. Cuando le damos la vuelta a todos nuestros conocimientos, a todos nuestros dogmas inamovibles, a veces descubrimos de verdad el otro lado de las cosas, el lado brillante que nos revela todo un mundo de ideas nuevas. Imaginar lo que serían las cosas vueltas del revés: ése es el juego al que debemos someter a todas nuestras certezas, para encontrar respuestas distintas a las preguntas de siempre.

Basta con dar la vuelta a las cosas para que se nos ocurran pensamientos insólitos.
Invertir los conceptos para ver el otro lado de los problemas. Criticarlo todo, identificando las debilidades, para después, sobre ellas, construir las soluciones.

Ponerse en otra piel:
La analogía es una de las técnicas creativas más antiguas y más interesante. El ser humano ha creado muchas cosas a su imagen y semejanza, observándose a sí mismo y considerando su propio cuerpo como un mecanismo perfecto, del que se pueden extraer muchas ideas válidas.

Los mundos paralelos:
El círculo cerrado de la excesiva especialización, que impide a la creatividad desarrollarse, se rompe y se libera cuando somos capaces de aprender de otras actividades que nos son ajenas, de otros mundos paralelos al nuestro que pueden aportarnos soluciones novedosas e interesantes.

Pero hagamos el ejercicio de cambiar los papeles, de aplicar los sistemas de una actividad a la otra. Vendamos la moda como si fuese petróleo, y el petróleo como si fuese publicidad, y la publicidad como si fuese un ordenador. Los resultados de aplicar las técnicas de producción, distribución y venta que emplea cada uno de esos sectores a otros sectores tan dispares quizá nos descubra soluciones imprevistas a las que jamás habríamos llegado sin salirnos del círculo cerrado de nuestra actividad.

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